nubarrón

vos que estas por venir / que estas por venir ya
vos que estas por venir / que estas por venir ya
en camino en un tren de la luna a la tierra
en busca de un lugar en el vasto universo

vos que estas por venir / que estás por venir ya
el idioma no es casi nunca un problema
nadie te irá a buscar / nadie te espera
nadie te dará un lugar / nadie te dará fuerza

saldras del nubarron / saldre del nubarron
como si fuera yo / como si fueras vos
un telegrama a Dios no quitará el dolor
saldrás del nubarrón / saldre del nubarrón

vos que ya estas aquí / que ya estás aquí (ahora)
vos que ya estas aquí / que ya estás aquí (ahora)
nada de lo que ves es como en los folletos
todo lo que tenés ya no querés tenerlo

no el tiempo no es como en los cuentos
las iglesias están en los aeropuertos
Posted by Telex at 11:48 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Los pájaros vienen volando a la velocidad del sonido mientras un pibe, al lado, cambia metralletas y granadas. ¿A dónde está todo? ¿Cómo está todo?
Conocí una chica que quería ser Four Non Blondes. Sentí su pelo y todo eso. Una vez tocó el piano para mí (eso nunca volverá a pasar?) y yo tomaba el café (eso nunca volverá a pasar), con los meñiques duros. Se merecía una caricia, un abrazo.
Los pájaros vienen volando desde lo profundo.

No estoy en mí.

Ni siquiera sé qué fue esto.
Posted by Telex at 9:32 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Con un aparente desdoblaje temporal me encuentro con mi persona hace la mitad de tiempo exacta desde el día en que nací hasta hoy. Los colores del pasado son sepia,exactamente como pensamos cuando somos niños, y totalmente distinto a cuando cometemos la estupidez de convertirnos adultos.

Ahí estoy, pelando una mandarina en el patio seco, arrodillado en unas champas de pasto amarillo, mientras sigo con la vista tapada parcialmente por un flequillo mal cortado un camino de hormigas negras. Esas que siempre me gustaron. Esas que no pican. Las que son buenas. Las enemigas pacíficas de las hormigas rojas.

Un atardecer plegado y replegado sobre miles de atardeceres arroja una luz pareja y lavada sobre mi infantil espalda. Miro unas nubes, tal vez buscando unas formas de animales. Miro de nuevo el camino de hormigas, una delicada línea oscura sobre el otoño de la tierra y el pasto.

Atrás, en la casa, se escuchan algunas voces levantadas más de la cuenta, voces a un volúmen totalmente imposible de comprender, de entender, de explicar. Media mandarina pelada rueda por el piso, el corazón se ahoga en un llanto familiar, y la tarde sepia comienza a desaparecer detrás de las medianeras.

Me sacudo en vano unas rodillas sucias, seguramente motivo de nuevas peleas y camino hacia la puerta de mi casa.
Posted by Anónimo at 2:25 a.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Tras el manto de oscurantismo que cubre el pasado de mis huesos hay una luz.
Tras los pasos que di una y otra vez, hay una silueta.
Delante de mi pecho hay ciudades, tranvías, escaleras mecánicas y voyeuristas frustrados.
Hay un día pasado que nunca vino, el día en el que confluyen todos mis errores, todas mis falencias. El día en el que confluímos vos y yo, sin premeditarlo, con plena sinceridad, en un café de Ginebra o en el sector fumadores de un boeing 747, da igual. Ahora estarás comprando un suéter, o estudiando álgebra, o escrutando la cartelera de cines. Te conozco y te hablo para que mañana me conozcas. Esto es lo que soy y no otra cosa. Soy ceros y unos en el limbo. Todos saben quién soy y nadie quiere aceptarlo. Entonces, para que no te asustes, aquí está.
Posted by Telex at 6:33 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Asomo mi cabeza desde el interior de un cajón de una mesita de luz. A mi lado, cerca de mi cuello, un sobre y unas revistas sobre aviones militares. Una medalla antigua y dos balas de plomo y una foto en blanco y negro, una captura de pólvora, de plomo, de dos soldados heridos en combate, inconscientes, sobre un cielo manchado y el barro de una trinchera inundada.

Acerco mi boca al sobre, estiro la lengua y el sobre se adhiere con poco esfuerzo. Pierdo foco por esa cercanía de objetos al ojo. Lo sacudo un poco, es difícil despegarlo. Muerdo una orilla húmeda y amarillenta. Arranco una tirita y ahí está, adentro, un papel apenas más blanco que su contenedor asoma una punta. Una carta.

Miro la medalla, no alcanzo a leer las inscripciones. No importa.
Trato, apurado, de abrir el sobre. Inútil. Unas manos exteriores, certeramente ajenas, cierran el cajón con fuerza y apremio y casi aplastan mi nariz. Vuelvo a la penumbra y a la humedad de la madera que se sabe vieja. Por mientras, para entretenerme, mordisqueo una jugosa tira de sobre que se deshace en mi boca, esperando el próximo descuido del dueño de la oficina para abrir nuevamente el cajón, para respirar con mis pulmones ficticios, pero sobre todo para ver quién me escribió esa carta, y por qué.
Posted by Anónimo at 1:16 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Luces intermitentes, temblores sacudiendo el cuerpo, y unos brillos metálicos aparecen y desaparecen como un extraño pájaro picoteando una bolsa de basura.
Un temblor, ecos lejanos, voces deformadas de ida y vuelta, sonidos agudos, las paredes se contraen y un profundo dolor y miedo inundan lo ya inundado. Grandes insectos metálicos aparecen por un lado y por otro, y los canales se destruyen, y la habitación se sacude, se retuerce, hasta que de golpe, de improviso, todo se calma.

Un golpe brusco, una gran inclinación del suelo y la sensación de estar atorado, ahogado. Ruidos, muchos ruidos, dolor y luces intermitentes que empiezan a ser una gran luz blanca. Al final, espacio, campo de visión, espacio libre, aire. Un gran grito como un tren avanzando a toda velocidad, devorando todo a su paso.

Es un varoncito, dice la partera.
Posted by Anónimo at 1:15 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Un inverosímil bote se traslada a velocidad semiconstante. Oleadas de frío sacuden una tripulación que mira al horizonte, mientras los motores baten el agua del Paraná.
Una inusual sonrisa de una dama sentada en un banquito que apenas se mantiene quieto con el movimiento del agua. El capitán flota en un discurso sobre plantas acuáticas, y el timón toma vida y se mueve a gusto, recorriendo la superficie con líneas zigzagueantes.

De golpe, una ballena de acero se levanta sobre el bote, que arroja a un ridículo capitán hacia el agua, junto con una cámara digital que en el aire toma tres fotos movidas de atardeceres pixelares random.

Un aparente Gilligan corre desde la orilla de una cercana isla, en dirección al barco, gritando, y el barco se inclina, y la ballena de acero yace adormecida en la superficie. El barco está por volcar, la tripulación es arrojada por las barandas, algunos patinan en la madera húmeda para dar de cabeza al agua.

Hasta que vemos a un imbécil con una lancha y las inscripciones “bay guoch” al costado. Un rulo le flota al viento y tiene su salvavidas rojo, esos que parecen una especie de cohete o consolador, no estoy seguro.

El cetáceo herrumbroso se queja, y la tripulación trata de aferrarse a él, para no hundirse, pero las algas resbaladizas alojadas en su lomo impiden llegar a la cima del gigante, que en apariencia, posee unas palabras tatuadas en su lomo: algo escrito en ruso.
Posted by Anónimo at 1:02 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Pasás casi flotando entre una enajenada multitud de figuritas de cartón mal pintadas. Me acomodo, espero que el desfile llegue a mi punto x de espera. Justo un rayo se cae sobre tus hombros lechosos. Un escalofrío originado por un comentario de rugbiers dos grupos a mi izquierda me desnivelan, y casi como un gordini destartalado me acerco, descompuesto. Estiro un par de músculos de la cara señal de un intento de sonrisa que no sale, que se niega a salir, y con un jopo mal engominado apunto a tus ojos, casi entre la delicadeza de una nariz tobogánica por la que se deslizan inmediatamente las únicas dos frases que me enseñaron con risitas nerviosas para estos casos:

a) Qué linda que sos
b) Querés bailar?

Casi estás a un metro de distancia, estiro unos dedos temblorosos para acariciar un rulo al viento. Patético. Me retiro fantasmal e ignorado a un vaso tibio de cerveza.
Posted by Anónimo at 12:59 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Siempre encuentro la llave, pero te cruzo por ahi y se me pierde.
Entonces empieza la marea bestial, las luces y las sombras en la cabeza. La nada que se me acerca.
Acá estoy, en la nada, la imagen fija, la mente en un vaso de agua, siempre la misma imagen.
Como si no hubiera pasado nada.
Como se sale de la impotencia... es increíble... se me arruga el pecho de pensarlo.
Todo es potencialmente destructible y amenazante.

Tengo lo que quería, pero no lo que necesito.
Posted by Telex at 8:10 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Resbalo. La superficie orgánica retiene mi espalda unos segundos. Un cuadro cerca de la ventana asoma unos bigotes oscuros de una cabeza blanca inconfundible, patética.
La respiración artificial anuncia su despertar, y el plástico tubular junto con cables aceitosos interceptan diversos lugares de la piel. Algunos se zafan, pero los bigotes del cuadro siguen asomando, jugando una inverosímil escondida entre el fondo sepia y amarillo.

Un brazo que casi por reflejo se sacude y va a dar contra una mesita de metal. Un dolor agudo, la existencia de un leve adormecimiento y los tubos y el plástico brillan por entre las sábanas que fantasmagóricamente cubren un poco mi cabeza, un poco mi hombro.

La exacta incredulidad de unos bips secos, intermitentes en la sequía de la vía auditiva arrojan una llave de paso a la vía láctea que nace en mi estómago y se desparrama por el suelo. Un aparente abrir de una puerta, unas alpargatas mugrientas sobre los tubos y los cables y los bips y la sábana manchada. Un gran paso entre la vía láctea que se extiende con blancos y rojos y un sueño de una cena decente por el piso blando.

Un suspiro rueda por la habitación, y el hombre de los bigotes penosos mira, incrédulo, desde una múltiple ventana, desde una arista, desde una bifurcación que permite admirar una realidad pasada y una presente. El hombre de bigote dudoso sobre fondo sepia, y alguien que casi tropieza al salir de la oscuridad al pasillo.

Pasos. Bips. Un poco más de la vía láctea sobre las tráquas plásticas. El exoesqueleto se desarma y el museo estático se destruye y las piezas se derrumban y ruedan por el pasillo y las luces se encienden, y las máquinas y los bips se apagan.
Posted by Anónimo at 1:07 a.m. | 0 acotaciones infames Leed más
La vida me está tirando la pierna.
Hasta que estire la pata.
Posted by Telex at 10:12 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Traté de ayudarme con una pala y un saco de harina, levantarme una vez más pensando en el código de la Torah.

El último segundo de nuestras vidas nos miraremos a los ojos y eso puede estar muy cerca, lo supe apenas me desperté hoy. He plagiado sus sueños y no hago más que escribirlos en papel Craft, mientras ella sueña que es una superestrella de talk show yo me río de janeiro. Sigo plagiando sus sueños. La veo en un maizal saltando y probando sus amadas pelucas negras, pero el maizal crece y ya no puede verme, está perdida.

Tiendo una mano abierta y sudorosa, la punta de los dedos se proyecta horizontal hasta sus párpados, y ese toque pudo sentirlo en su sueño, porque el sueño ha sido plagiado.

Despierto cantando por la calle, la gente mira, "Que le pasa?", no vieron un hombre feliz en sus vidas, desdichados. Si la encuentro morirá en el instante bajo un manto de perdición, el pasado se volatiliza y se sube a la cabeza. Cristina se sigue mintiendo y sabe que la verdad está a la vuelta de su esquina, sabe que pudo ser una luz en el bosque y que su vida falleció antes de nacer. Matute ya no es Matute porque ella olvidó su nombre, porque así podrá seguir viviendo sin pensar en su media muerte, porque a ella solo le queda media vida.
La otra mitad? En una cloaca, en Buenos Aires y Salta.
Posted by Telex at 9:47 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
I will try to fix you
Posted by Telex at 11:36 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
"There is no dark side of the moon really. Matter of fact it's all dark."


Y con el cambio de clima, un poco brusco aunque sumamente satisfactorio, comenzábamos el descenso. Un descenso fresco, nocturno, un descenso que en la noche era apenas un sonido, una pequeña piedra rodando, empujando a otras piedras aún más pequeñas. Un descenso con un constante murmullo suave, un rozar con la tierra, y un repiqueteo suave entre piedras chocando: universos desplomándose cuesta abajo. Universos que decidíamos liquidar. Universos que no eran mucho más que rocas pequeñas, rodando eternamente, llevándose de forma casi sonámbula por delante a cualquier otro universo. Universos sin brillo propio, ni aún ajeno. Oscuridad, choques y débiles chispas en la penumbra total.

Adelante no iba yo. Tampoco cerrando la marcha. Apenas una mochila confundida en el medio de la fila humana, que serpenteaba por la ladera de la montaña.

Lo único palpable, tangible en mí, pero no por mucho tiempo, era mi mente. Mi mente solitaria entre una columna de un humo humano que se agitaba al viento, como pequeñas estatuas de cartón, o de papel, y la eterna sensación de que éramos una pequeña cinta, unida solamente por unos pequeños hilos tan finos, tan frágiles, que no valía la pena ni siquiera preguntarse un “qué pasa si”, por que, la verdad, para qué, si era lo mismo. Igual iba a pasar. Igual la cinta blanca sobre el negro del universo resplandecería hasta que se rompiera, hasta que los hilos se cortaran.

La gente, los muñecos bidimensionales de papel, nosotros, descendíamos con cautela, tratando de destruir la menor cantidad de universos posibles. Ahora que no abundan, ahora que hay pocos lugares para vivir, ahora que todas las rocas se desbarrancaron varias veces, y al suelo, ahora procuramos que, en este presente un poco despegado de aquel pasado, el cosmos tenga un instante de reposo, un segundo para no cambiar tan de golpe, para que de pronto no exista este aire gélido, para que mis huesos, uno tirado por allá, otro abandonado más arriba hace un rato, no sientan el viento seco, el hielo acosador.

Cuidamos, sobre todo, de no destruir los universos, para no destruir el nuestro, no sea cosa que justo esté ahí, o sea esa piedra, esa que voy a patear. Pero no, no era, allá va, rodando, y nosotros seguimos igual. Total o Parcialmente igual. O tal vez lo sea. Todavía no llegan señales de eso.

Alguien frena, más adelante, en la interminable fila. Alguien frena y se siente como un eco que llega a través de la mano del de adelante, y sigue hacia atrás, desde mi mano, tomar la línea recta, y seguir todas las manos, derecho, hasta que termine, si es que termina.

Alguien, allá adelante, a años luz de distancia, encontró algo. Alguien se detuvo, o algo lo detuvo. Y llegan pequeños escalofríos desde adelante. Y los escalofríos recorren velozmente mi cuerpo, y como si se tratara de una persona huyendo dentro de un tren, se dirigen hacia el otro vagón. Hacia el vagón helado de atrás del gran expreso, que empieza para nunca terminar: Y estar en el medio, en el medio de ese gusano galáctico, es algo muy extraño.
El escalofrío que nace en la punta y que nunca sabremos si llegó a la cola, se convierte en un escalofrío global, un tiritar suave, que en la noche forma un gran zumbido. Todos nos sacudimos sutilmente, y es casi como una comunicación telepática. Es casi como el principio de la comunidad mentalmente global. O lo es, sin el casi.

Algo hay adelante, la fila (el tren, el gusano galáctico) sigue detenida, y el vapor comienza a salir de nuestras bocas, un vapor denso, blanco, caliente, que se eleva hacia la oscuridad de arriba. Un gran tubo lleno de conductos, lleno de agujeros por los que escapa el vapor, por donde escapa el alma. Nos transformamos en una línea blanca, una cinta de vapor que se eleva encima de la cinta de papel, y ahí nomás, pese a su forma compacta, se deshace, como telaraña húmeda, como una nube desgarrada, y pierde color e intensidad, y desaparece.

Desaparece, como las peores pesadillas, para volver a aparecer al instante, sin más.
Y las miradas de todos, invisibles, apuntando a un abajo tan oscuro como el arriba, esperando pacientemente que la fila que se ha demorado, comience nuevamente su movimiento hacia abajo.

Y ya casi parece que no vamos a avanzar, pero ahí estamos, de nuevo, el escalofrío es sutilmente reemplazado por un tirón, de vagón en vagón, de adelante hacia atrás, y vamos de nuevo, llevando nuestra blanca sombra de vapor un poco retrasada, esperando que no nos abandone, que más o menos siempre esté sobre nuestras cabezas. Y los pasos comienzan a hacer ruido en la superficie oscura. Y los pasos comienzan a acelerar, y la brisa que marca el paso del tiempo y el espacio resbala por nuestros rostros. Avanzamos

Y mirar, tratar de escrutar al gran gusano es algo en lo que todos piensan, pero nadie encuentra las suficientes razones positivas para hacerlo. Sólo vemos un par de cuerpos adelante, y sólo sentimos un par de cuerpos detrás. La noche sigue, casi tan larga como este tren, y seguramente pensamos(o deberíamos pensar), que los de adelante deben estar ya cerca del sol, y que la redondez de este mundo se ha disipado, y sólo queda un plano negro recto y sus infinitas posibilidades de recorrerlo con una fina cinta blanca, mientras avanzamos hacia el sol, para fundirnos con su fuego, de a uno, siempre tomados de la mano, para terminar con esto, para que empiece nueva e infinitamente.
Posted by Anónimo at 10:59 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Antes de retirarme, te saludo. Antes de dejarlo, te miro. Antes de abandonarlo todo te hablo. Antes de que todo caiga, antes de hundir mis ojos en la oscuridad, te observo, una vez más: una pálida luz en la orilla de la nada. Los pies descalzos, los labios fríos, la mirada perdida, perdida más allá de mí, más allá de esta sombra.

Antes de desaparecer por completo, antes de esfumarme en las sombras, te miro, entrecerrando los ojos, tratando al final de todo de descubrir tu mirada, tratando de descubrir porqué ya no soy lo que parecía que era para vos.

Me voy, me entierro, así es. Buscame en la fosa, número 3 en el segundo pasillo a la izquierda. Las flores no me gustan, tal vez podás dejarme una explicación de porqué vos estás ahí y yo estoy acá. Simple.
Posted by Anónimo at 10:58 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Tengo unas ganas increíbles de estallar en mil partes. Lo peor es a la hora de dormir. Porque no puedo dormir. Porque no quiero dormir. O lo peor es a la hora de levantarme, porque no me puedo levantar a la realidad una vez más. Porque no tengo ganas.

Aunque, seguramente, lo peor es soñar, soñar con lo que me gustaría que fuera. Y despertar viendo que no lo es, en absoluto.

Lo peor también es empezar una actividad sin ganas, y no querer terminarla porque después de eso no hay nada. En serio. Después del tabajo, o la facultad, no hay nada. Vacío total.

No sé a dónde lleva esto. Espero que a algo mejor. Aunque lo espero, no lo creo. Para nada.

Lo peor de todo es ahora, cuando tengo que dejar de escribir, siendo la 1:24 am, y no queriendo que el día muera de esta forma. Pero así es, lo peor es ahora que tengo que ir a dormir, mientras sólo tengo de cosuelo los sueños finitos.

Me deseo unos sueños eternos, mientras duren. Tal vez lo peor sea al momento de despertarme, cuando descubra que estoy pegado a la cama, y que las frazadas son pesadas rocas, seguramente provenientes del derrumbe de mi persona.

Fin de la transmisión.
Posted by Anónimo at 10:57 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Cuánto tiempo puedo pasar mirando por la ventana, entre los árboles, las luces, las calles, para ver si por esa esquina asomás tu cara, para ver si te parás bajo aquel árbol.
Para ver si, como siempre lo hiciste, caminás hacia adelante, como empujada por el viento. Para ver si, después de todo, volvemos a donde empezamos, porque, la verdad, y eso es lo único que cuenta, es que creo y quiero creer que después de esto volvemos al principio, que soy el diente de un engranaje y vos el diente del engranaje que le sigue en esta ridícula máquina, en este estúpido reloj. Y estoy esperando, mirando al horizonte, para ver cuándo te voy a ver nuevamente, cuando el ciclo se termina y vuelve a empezar, y nos volvemos a unir para tratar de darle un sentido a esto.

Te espero, oxidandome, y pensando que la vuelta es eterna, y que tal vez este mecanismo está completamente descompuesto, y que tal vez ya no gire, ya no giremos.
Pienso que con el tiempo este diente se gasta, me gasto, y vos también, y de esa forma tal vez el próximo encuentro pase inadvertido para nosotros, de la misma forma en que dejamos pasar todas las señales obvias y conocidas, para tomar sólo aquellas que parecen más brillantes, más nuevas.

Y tal vez, tal vez pienso. Y tal vez creo adivinar una teoría del universo. Pero seguramente estoy equivocado, seguramente todo es demasiado para mí. Seguramente, como siempre pasó, trato de descubrir el sentido en las cosas. Mientras vos sólo las vivís tal y como son, y mientras yo pienso sobre qué pasa si, vos te arrojás con los ojos bien abiertos, para ver tu caída libre, para ver tus brazos agitarse en el viento. Mientras, yo sigo esperando animarme a saltar, porque, la verdad, no sé, nunca voy a saberlo, si es lo más correcto. Nunca voy a saber si debería haber saltado con vos. No lo hice, y te perdí para siempre. Decidí quedarme en el avión que iba hacia Los Urales, mientras vos estás seguramente en una playa en una isla en el Atlántico.

Y extrañar sumado a esa sensación de soledad es más de lo que a veces uno tolera. A veces es mucho más de lo que podemos llegar a soñar en esos sueños marrones que tapan todos los colores con una perfección digna de altos e inescruables designios.
Posted by Anónimo at 10:55 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Estaba ahi tirado y pude verlo todo claramente, ya sin duotono. Sólo había despertado de un profundo sueño de 1-bit. Las líneas eran continuas, sucesiones de puntos. El mundo se había vuelto un lugar desafiante. De pronto puedo leer sus mentes. La gente a mi alrededor me habla telepáticamente, me hace guiños entre la espesura del aire, y yo los ignoro.
La música había cambiado, los discos ya no eran los discos. Las películas eran fragmentos de una nueva vida. Mi vida era otra porque probablemente yo era otra persona. En la calle, codo a codo conmigo, la música venía de las balustras y los ventanales, la gente me aplaudía a su manera y todo era misteriosamente hermoso. Mi pelo ya no era mi pelo, posiblemente había perdido su esencia y se había caído para dar lugar a un hombre relativamente nuevo, con sed de alegría y gozo.

Pasaba los domingos viendo desfiles militares y comiendo galletas de manteca danesas. El té de las 5, unipersonal, un monólogo. La cena light se había convertido en un rito pagano. No había nadie más para verlo pero eso no importaba. La felicidad está en una caja fuerte, guardada en el placard, y probablemente olvidé las llaves en otro pantalón.

¿Quién me sacará del Match 1?
Posted by Telex at 2:12 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
La vida esta hecha de espejismos, no somos lo que somos, somos lo que miserablemente pretendemos mostrar.
A los que les gusta comer mierda comen contentos porque no tienen el placer del gusto.
Como los cerdos, mi muchacho.

La traición es parte de todo juego

La venganza se sirve en un plato bien frío.

(Extraído y adaptado de chat con Luis, 20:27 hs, 11 de junio de 2005)
Posted by Telex at 8:22 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Hay días como éste que la ciudad se me hace grande y se vuelve mía. Esta es mi ciudad. Camino sus calles anónimamente, con total impunidad. Entro a una librería y ahí estoy robando cultura durante 2 horas y huyo sin comprar nada, porque la plata no alcanza, vio?.
Estas calles, que anoche caminaste, que anoche dormiste, que anoche volviste. Estas calles que te solían ver caminando con un extraño y que ahora son mías porque es lo que me queda.

Estas calles son mías y esta noche me verán sonriendo y mañana a la tarde cantando.
Posted by Telex at 3:15 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
PARQUE

Piso un par de ramas entre la tierra y el rojo polvo de ladrillo. Mis pies avanzan lentamente, mientras mi cabeza gira observando el todo que me envuelve. Las ramas crujen con un sordo sonido, y las hojas se hunden en la humedad del suelo, mientras los árboles susurran suavemente con el paso del viento.

El sol asoma entre dorados y cobres y unas copas peladas de unos troncos blancos que en fila dibujan la línea de la calle. Un par de niños corriendo entre el pasto seco, y una fuente oscura despide una suave cortina de agua que se desplaza lentamente por el aire, convertida en pequeñas partículas de rocío, apenas visibles a contra luz.

Mis pies pisan nuevamente un par de ramas, antes de alcanzar el cruce. Muchas personas caminan, algunas trotan y es muy difícil ver aquellas que corren. Nadie tiene prisa, el mundo está quieto, sus engranajes han dejado de moverse. Los relojes en las muñecas, supongo, se han detenido, mientras la ciudad se oculta lejos, detrás de todos estos pinos y árboles de troncos nudosos y de todas esas palmeras.

Es fácil ver hilos de sol colgando por todo el parque. Es fácil, no cuesta mucho, mirar bien el gris de las sombras para descubrir los verdaderos azules y violetas que habitan en ellas. Es fácil ver el cielo con sus nubes acercándose lentamente al sol. Es fácil ver las arrugas de los árboles más viejos y los troncos lisos y fríos de los más jóvenes.

Entonces me siento abajo de un pino gigantesco, prendo el discman, volumen alto, y me recuesto sobre la campera, a mirar entre las ramas oscuras el cielo. El sol por momentos se oculta entre algunas nubes desgarradas, y la luz se vuelve pareja en el parque, y las sombras y las luces se funden en una especie de amarillo lavado, pálido.

De golpe me siento como si estuviera recostado sobre el lomo de una gigante tortuga que se desplaza lentamente por el universo, y me aferro con ambas manos a los pastos secos, a su gastada caparazón llena de musgo, mientras la música me lleva lejos, y el viento comienza a sacudir con más intensidad las ramas encima mío, y siento velocidad, la velocidad de las cosas, y siento vértigo.

Siento que si hubiera un dios, estaría en estos momentos respirando, y siento ese respirar, siento ese fuerte respirar en mi cuerpo y en todo el mundo que se mueve alrededor, en los pájaros que salen de los árboles y cortan el cielo a bordo de ese viento, y lo siento en las ramas de todos los árboles que cuelgan y se mecen tranquilas, y las hojas secas que dibujan tirabuzones en el aire antes de caer para siempre en el parque.



Siento el parque como un organismo vivo, como una conexión entre cada pequeña rama y hoja y cada pequeño tallo. Y, agarrado del pasto, aferrado, con los dedos hundidos en la tierra, siento el mundo girando, y soy un jinete montando a la gigante tortuga, mientras mis ropas se agitan al viento, y la gente comienza a desaparecer, lentamente, y el cielo comienza a huir detrás de mí, y siento cada vez más agitación en el aire, y casi siento, si acerco el oído lo suficiente al suelo, el latido de la tortuga, y el silbido del roce de los engranajes de su cuerpo, y la fricción que produce su pesado desplazarse por el espacio, mientras los árboles se sacuden y las últimas hojas cayendo marcan el comienzo del cíclico viaje de la tortuga por el frío invernal.
Posted by Anónimo at 9:00 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
SUEÑO 9/06/05

I

Hay un callejón. Hay una gran escalera que lo recorre, con amplios escalones. Es media tarde. Las nubes asoman en el horizonte. Los naranjas y rojos y violetas tiñen toda la ciudad. Hay una cúpula. Hay un gran edificio. Las partículas de polvo se desparraman por todos lados. Largas sombras marrones y cobrizas cubren todo. Muchas siluetas caminan por la ciudad. Hay una biblioteca gigante. Tiene un cartel blanco donde leo ABIERTO. Cruzo la puerta verde de madera. Observo una campanilla dorada sobre mi cabeza, que suena débilmente. Ingreso a una amplia sala. La gente me observa de forma extraña. Miro mis ropas. Llevo el discman. No escucho la música. La habitación de la biblioteca tiene el piso de alfombras con arabescos. Altos y flacos ventanales rodean todo el edificio. La luz ingresa por ellos, e ilumina hasta la mitad de los estantes de libros. Los únicos colores existentes son rojos, naranjas y marrones, con algunos destellos dorados allá donde el sol toca un vidrio. Las motas de polvo existen dentro de la biblioteca.
Muebles viejos y marrones adornan la biblioteca y se interponen entre los libros y las personas.
Las personas, no muchas, miran detenidamente algunos ejemplares antiguos. Un libro azul, un par de estantes más adelante, llama mi atención. Antes, veo a un anciano con lentes y cabeza calva, cerca de un antiguo mapa de constelaciones colgado en la pared.
Sigo caminando, y me tropiezo con unos cuadros apilados contra un escritorio. Saco lentamente algunos, y veo que se trata de dibujos a lápiz de duendes y gnomos. Pésimos. Observo la firma del autor. No entiendo el nombre.
Finalmente, luego de pasar cuatro o cinco escritorios y un par de estantes, llego al gran tomo azul. Se trata de un libro de Borges, no sé cuál. Pienso inmediatamente en hacerme socio de la biblioteca. Me dirijo a un escritorio donde se encuentra un hombre alto de cabello negro. Antes de mí hay dos personas, pero no hablan de inscripciones, ni de socios, por lo que vuelvo sobre mis pasos, giro y alcanzo un nuevo escritorio con una mujer de secretaria. El polvo en el aire borronea su figura. El sol a través de la ventana sólo llega hasta su cuello, y su rostro permanece en las sombras. Apenas un débil brillo de lentes asoma un poco más arriba. Un hilo de humo azul escapa de su aparente boca. Y me acerco. Estoy a unos pasos de su escritorio, parado en una alfombra con imágenes de soles y lunas y estrellas, sobre un fondo azul.

Hablo con la secretaria, y pregunto cómo hacer para asociarme a la biblioteca. Me mira, sonríe, y me dice que no es posible. Miro una de las delgadas e increíblemente altas ventanas. La ciudad sigue dorada, aves negras cruzan los cielos, y más allá la cúpula es visible, brillando entre edificios bajos. Naranjas y rojos. Nada más.
Miro el libro de Borges, azul, en la punta de un estante desordenado. Miro a la secretaria. Me dice nuevamente que no es posible. Antes de alejarme, arroja otro hilo de humo hacia el techo en sombras, allá arriba.

Retrocedo, miro, observo. Muy pocas personas, y el tipo del escritorio ya no está, y el libro azul de Borges sigue quieto en el estante. Sigo caminando entre el desorden. Me alejo, me retiro. Cerca de la puerta, entre sombras azules, aparece un grupo de personas jóvenes. Me rodean.

Les informo sobre la estupidez que acaba de acontecerme, mientras sigo pensando en el libro grueso de tapas azules. Me miran, se miran. Uno de ellos me explica que trabaja en la biblioteca, y que es imposible asociarme dado que en unos días, o en un pequeño período de tiempo, la biblioteca cerrará.
Algo me dice que mienten. Les digo que no importa, que tan sólo deseo leer ese libro. Tal vez levanto la voz, porque alguna de las personas de alrededor se da vuelta para observarme. Más polvo en el aire, suspendido, como pequeñas galaxias en un universo rojo. Todos me miran.
Callo un instante, y todos vuelven a sus tareas. Miro el ejemplar de Borges, lejos. Un brillo naranja de sol toca apenas el lomo. Un silencio llena la sala polvorienta, y trata de escaparse a través de los cristales manchados de las ventanas. Imposible. Me acerco un poco a la puerta verde. El cartel de abierto sigue ahí, Afuera, un edificio proyecta una sombra violácea sobre las amplias escaleras.
Antes de irme, sonrío al grupo que me rodea, y les digo que bueno, tal vez vuelva y ponga una bomba, y todos los libros estallen, y la ciudad quede cubierta de hojas y textos y Borges.
Sonríen. Un viejo tras un escritorio y un montón de libros asoma la cabeza, serio.

Salgo.
Posted by Anónimo at 8:53 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Por eso no estés triste...
De a poco comenzás a observar... y allí... un tallo de luz...
No estés triste.
El cielo que nos guiña otra vez... y allí... un tallo de luz...

(Naranja - Gonzalo Aloras)
Posted by Telex at 10:16 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Espero a la chica, ansioso. No se por qué espero tanto, otra vez lo mismo. Alguien que vendrá y después se irá. Solo que no tengo otra cosa que pensar. Espero que venga con su sonrisa, espero solo una tarde, un rato, unos minutos. Una dosis de endorfinas para el alma. Espero por enésima vez una llamada.
Posted by Telex at 9:06 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Ahora tengo mi premio, mi recompensa, la recompensa al esfuerzo por construir un entorno seguro y estable, por forjar un futuro inquebrantable, por decir la verdad, por escarbar en lo hondo, por hablar, por pensar, por usar la cabeza, por caminar mirando los pasos. El premio? Un estómago con un agujero, para siempre
Posted by Telex at 5:49 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Mmmmmmmmmmm, bueno, a ver, a ver, resulta que un día me despierto y estoy en un estado de soledad impresionante. Mala elección. El lamentable tiempo que no se resigna a pasar tiene la última palabra.
Posted by Anónimo at 9:03 p.m. | 1 acotaciones infames Leed más