Tengo unas ganas increíbles de estallar en mil partes. Lo peor es a la hora de dormir. Porque no puedo dormir. Porque no quiero dormir. O lo peor es a la hora de levantarme, porque no me puedo levantar a la realidad una vez más. Porque no tengo ganas.

Aunque, seguramente, lo peor es soñar, soñar con lo que me gustaría que fuera. Y despertar viendo que no lo es, en absoluto.

Lo peor también es empezar una actividad sin ganas, y no querer terminarla porque después de eso no hay nada. En serio. Después del tabajo, o la facultad, no hay nada. Vacío total.

No sé a dónde lleva esto. Espero que a algo mejor. Aunque lo espero, no lo creo. Para nada.

Lo peor de todo es ahora, cuando tengo que dejar de escribir, siendo la 1:24 am, y no queriendo que el día muera de esta forma. Pero así es, lo peor es ahora que tengo que ir a dormir, mientras sólo tengo de cosuelo los sueños finitos.

Me deseo unos sueños eternos, mientras duren. Tal vez lo peor sea al momento de despertarme, cuando descubra que estoy pegado a la cama, y que las frazadas son pesadas rocas, seguramente provenientes del derrumbe de mi persona.

Fin de la transmisión.

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