Me he colgado todos estos días. Perdonen fieles visitantes.
Es que la vida se me hace corta para hacer todas las cosas que tengo que hacer.
Tengo un bagaje de escritos en mi pc, en casa.
Ya lo pasaré todo.
Posted by Telex at 8:51 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Me quedé solo hasta en el blog, finalmente el diario del caminante es todo mío, soy el Rey, el Dios, generaré el caos, haré rodar cabezas, teman mis amigos, teman, tomen su sopa y sean buenos chicos, los estaré vigilando, la gran mano ha llegado.

Pero aún hay pequeñas luces.
Posted by Soldado at 9:27 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
¿Qué es mi reflejo en la vidriera de un asilo de ancianos?
Posted by Soldado at 1:39 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Acurrucado contra una roca
semisumergido en un rio turbulento y frío

caí de mi bote largo tiempo atrás
y lo perdí
muchos otros botes pasan
pero no hay lugar para mí

y yo sigo aquí
olvidando como remar
por falta de práctica

¿y de qué puta se quejan los que están secos, los que no me quieren en su bote?!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

pero no es su culpa
soy yo el que no sabe remar
Posted by Soldado at 10:59 a.m. | 0 acotaciones infames Leed más
CHAU!
Posted by Telex at 8:32 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
En una vida paralela a esta que estoy viviendo... (tal vez una vida pasada o futura que se desplaza en otra linealidad espacio-temporal) soy un instrumentista quirúrgico.
Posted by Telex at 8:29 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Mi primer postulado:

Apesto

Mi segundo postulado:

Apesto. Luego existo.
Posted by Telex at 8:28 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
33 horas sin dormir. La cabeza fuera de foco. Un incesante blur gaussiano en mi retina. Una sequedad tan intensa que me lleva a escribir los próximos párrafos.

No sé a qué jugar, ni cuando, ni cómo, ni dónde. Porque cualquier cosa que se haya parecido a un juego indudablemente ya no lo es. Ya no es una cuestión de signos y señales. Es una avalancha tan gorda que se me cae toda encima y me hace olvidar todo. Me aferro a mí, soy lo único que me queda. Y estoy tambaleando. Estoy completamente perdido. Completamente introyecto, triste, oprimido, hacinado, marginado. Completamente inútil y programado/ble.

Lo que está tácito debe seguir así y la verdad nunca saldrá a luz.
La verdad es una máscara facial de la mentira, una fina capa humectante.
La verdad puede desviar el cauce de un río.
La verdad sabe esperar.
La verdad está a la vista.

La verdad es lo único que me queda cuando no me tengo a mí... cuando no tengo mentiras.

Yo soy una mentira.
Posted by Telex at 8:23 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
parte 2

hacinados
marginados
encasillados
introyectos
tristes
oprimidos

irrealidad

la sociedad dice
la sociedad dice
la sociedad dice
la sociedad dice
la sociedad dice
desconcertados

irrealidad

conectados
solos
solos
solos
solos

irrealidad

ultrasaturados
tensos
estresados
frustrados

irrealidad

es hora de irse
Posted by Soldado at 1:56 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
estoy solo
no doy para más
al menos por ahora
lo siento
Posted by Soldado at 1:46 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
nada
Posted by Soldado at 1:44 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
nada
Posted by Soldado at 1:44 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
nada
Posted by Soldado at 1:43 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Me baño o no me baño? Me corto el pelo o no me corto el pelo? Voy ahora o voy después? Me toco el toco o no me lo toco?

Cortala, maldito duende parlante.
Posted by Telex at 10:11 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Ùltima...

A veces estoy seguro de que estamos hablando en el mismo idioma. Mi duda es si lo hacemos siempre y no me di cuenta. Y mi problema es creer que soy políglota.

(me parece que soy un pelotudo)
Posted by Telex at 10:10 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Sonaron dos despertadores.

Apagué uno y segui durmiendo 5 horas mas.
Apagué el otro y me levanté saltando.
Me fui sin desayunar a algun lado, con la mochila estallante.
Desayune cereal con leche y dulce. Un café instantáneo y terminé un par de bocetos.
Me encuentro con el mundo. Sonrisas para todos, alegría, jolgorio, maravillas.
Golpeo una puerta. Preguntas sin respuesta. Caminata lunar. Un beso inconsciente, intravenoso.
Termino de empaquetar mi futuro con papel crepp, otro chiste, un cigarrillo y a casa.
No sabemos que hacer... nos miramos... nos perdemos... nos quedamos todo el día sin importar mañana. Entonces la dejo, y me voy a casa.

Ceno sopa de choclo.

Me voy a dormir.

Me acuesto y me duermo pensando en el Coloso de Rodas, si era Neoclásico o si era mas grande que la Torre de Babel.
Me acuesto y no me duermo. Porque una sonrisa efímera no deja de tensarme la cara. Porque el brillo de mis ojos se refleja en el techo. La sonrisa se fue.

Suena un despertador.



Posted by Telex at 10:08 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Me aterra sacar las llaves del bolsillo, y tal vez por eso lo hago dos o tres cuadras antes. Me aterra volver a casa.
Dejar el frenesí en la vereda. Nada de lo que el público ha visto es verdad. Fue simplemente un papel. El papel de mi. El papel que tengo que interpretar. Un papel que no me gusta, pero que me hace las cosas más fáciles. Un libreto que me se de memoria y que lo escribí después de memorizarlo. Lo imprimí con tanta presión que las hojas siguientes quedaron surcadas. ¿Si me gustaría hacer otras cosas?. Me gustaría ser un maldito. Me gustaría poder cagarme dos segundos en Neruda, Benedeti, Savater o San Juan. Me gustaría cagarme en mi mismo. En hacer una causa sin efecto. Me gustaría entregarle a alguien mi propia conciencia, en Garamond 10, doble carilla y sangrado de primera línea. Y no hacerme más cargo.
Posted by Telex at 9:57 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Ahora todos van a decir que no se los avisé, que no les advertí que pronto todo se iría por un largo hueco, como la boca tubular de algún tipo de monstruo que no existe ni tengo ganas de inventar, por que ya no existe tiempo para nada de lo que hayamos querido hacer, si realmente hoy es hoy, si realmente este día está ocurriendo, pues ya no hay nada por que preocuparse, vamos todos a dormir, vamos todos a la cama, a esa deformación rectangular de un mundo geoide, vamos al centro mismo de todo el problema, a la cama, con sus sucias sábanas y su olor a culpa, que se extiende por toda la habitación y toda la casa del culpable, todos sospechosos por todos, son todos, todos somos, así hasta el cansancio, algo tan viejo y conocido que retuerce el estómago, de la misma forma que retuerce el estómago tratar de imaginarse pegado al mundo, con la cabeza colgando, y el mundo girando increíblemente rápido, sobre un fondo negro que no cambia, no cambia nunca como nosotros, simples espejos, imágenes de algo tan estúpido y retorcido que no ma atrevo a seguir pensando.
Somos malas raíces, creciendo con los pies clavados al suelo, crucificados por naturaleza, con un libreto podrido bajo el brazo, y la dignidad sirviendo de alimento a las plantas, mientras ellas devuelven veneno.

Y todo por votar a MENEM, menem lo hizo, menem me hizo asar, y los que lo votaron también. La dignidad de esa gente es inversamente proporcional a la falta de recuerdo y pasado histórico. Es estar colgando del mundo sin saber por qué y para qué, entonces votamos a menemsis, total que se caguen todos, que sean abono de las plantas que crecen en el baldío de enfrente, donde todo, mis amigos, todo TOPA.

Es así como los días son el recuerdo del pelotudo que se acuerda, el que no se acuerda vive siempre en la misma ignorante novedad, donde todos los días se aprende que los árboles son verdes o que menem te cagó. Siempre se aprende que todo se aprende nuevamente, y que nunca sabés nada, y que lo que sabés no te sirve para nada, salvo para compararte con lo mucho que saben los demás, y que en los momentos importantes de tu vida, saber que un árbol es verde, o que multiplicando tal número por otro el resultado es el apodo zafado de algún político en binario, no sirve de nada.
Y que cuando se hace la hora de ir despidiéndose, ni siquiera se es consciente que pasaremos a ser alimento de plantas venenosas en el baldío de enfrente donde todo topa. Donde a menudo MENEM se manda alguna cagada.
Posted by Anónimo at 10:49 p.m. | 0 acotaciones infames Leed más
Ya el tiempo transcurría, ya las tristes horas se disipaban para dar paso a las siguientes y aún más tristes horas. Claro, como no podía ser de otra forma, las horas se envolvían, segundo a segundo, de un manto de melancolía y aburrimiento, un aburrimiento que de por sí, era bastante aburrido.
En esas horas desesperantes para él, ella asomó su rostro a la calle. Una calle naranja por el sol que se disipaba con una prisa bastante aburrida.Parecía, a simple vista que este sol no tenía otra ciudad que iluminar, o no encontraba otra ciudad donde aburrirse.
Pero ella esbozó una radiante sonrisa, dejando que la punta de sus labios trepara un poco por sus mejillas, y que sus ojos tomaran un poco de ese sol bagabundo e irresponsable.
Con apenas un bostezo que se mezcló graciosamente con la sonrisa de su rostro, desapareció de la ventana, cerrando de un golpe seco los postigos. Un golpe que pudo oírse a una gran distancia, dado que en ese atardecer no existía otro sonido.

Apenas murieron los ecos de la ventana, y cuando el sol comenzaba a preguntarse si era estrictamente necesario ocultarse tras esos departamentos, ella apareció dos pisos más abajo que la primera vez; en esta ocasión por una puerta verde olivo,que dejaba ver la vieja madera,gastada por todos lados, astillas y rayones dibujaban obtusas figuras en la madera verdosa; después de todo, la madera había adquirido un color más vivo y joven que el que normalmente vestía;también una cierta humedad, ocasionada por una suave llovizna que, aburrida de esa ciudad, se había alejado, en una dirección contraria a la del dubitativo sol, hacía apenas unas horas.
Y la vieja puerta húmeda emanaba un suave perfume a roble que llegaba hasta la vereda de enfrente, justo donde él se encontraba.

Los cabellos rojizos danzaron en el aire, mientras ella giraba sobre sus zapatos para cerrar la verde y aburrida puerta. Antes de que él pudiera oír el click de las llaves, ella le dedicó una ágil mirada, con un poco de sorpresa, un poco de curiosidad. Luego, giró su muñeca derecha, y con un leve empujón, la puerta quedó cerrada.

Sería por una corriente de aire, o tal vez por el empujón de la puerta, que nuevamente, en una fresca corriente, una mezcla de prefumes cruzó la calle, enfrentándose a él.
Esta vez, los cabellos cobrizos se alzaron hacia el sol, un extraño color rojizo, pensó él, traído de soles de otro planeta, de un mundo ya olvidado, o nunca concebido.
Era un color rojo como el atardecer después de la pequeña tormenta, dorado como el sol que de a poco se alejaba, como el sol que brillaba en sus verdes ojos, como la luz que entra en un espeso y verde bosque, como el sol sobre un lago esmeralda.

Ella se permitió una mirada alrededor del mundo: las húmedas hojas de los árboles que contenían todavía unas pequeñas gotas de lo que había sido la tormenta, unas pequeñas gotas de diamente y rubí, almas brillantes y coloridas, luces dentro de luces, reflejos del mundo, extensiones del dorado sol.
Posó su mirada también sobre las viejas baldosas, con sus gastados dibujos, con sus relieves, con sus rayas, sus cuadros, sus colores opacos, con sus pequeños charcos de lluvia, con sus hendiduras oscurecidas por el agua, con sus esquinas trizadas, con los bordes roídos por el tiempo y la lluvia.
Miró con sus verdes ojos las casas, con sus negras rejas, sus paredes ocres, sus puertas azules, grises, blancas. Las casas con sus escalones irregulares, con sus jardines y sus tréboles apiñados en uno y otro lugar, como pequeñas ciudades dentro de pequeñas ciudades, como pequeños bosques de tiernos tallos, de finas hojas. El musgo de las paredes, las sombras azules de los techos sobre la luz rojiza de la tarde, las largas sombras de los árboles que cruzaban la calle bebiendo un poco del agua de los charcos naranja del pavimento, estirándose hasta tocar los troncos de los árboles de enfrente donde ella estaba.
Él, por su lado, observaba los techos que se erigían hasta la catedral con sus azules puntas mirando al cielo limpio, y con sus aves obserbvando, volando, pasando cerca de donde ella se encontraba.

Un paso, luego otro, la condujeron hasta la esquina, una esquina donde las luces de los faroles comenzaban a encenderse, donde los autos ya no pasaban, donde los recodos y las vueltas eran todo lo que existía y vivía y había por hacer, donde una vez tomadas esos caminos infinitos, no había vuelta atrás, a las casas, a las lluvias, a los árboles húmedos con sus brillantes troncos, a las ventanas rojas y verdes, a las sombras azules, como máscaras de cristal en el pavimento y en las casas y en los autos muertos, ya no existía más la cordialidad del joven de la vereda de enfrente, ese joven que se desprendía de la realidad, como una luz que sobresalía del entorno.
Y aunque sabía que él seguiría allí, aún cuando ella volviera, comenzaba a tener la seguridad de que nunca volvería, por que los caminos que de allí en más nacían, no volvían nunca a su lugar de origen, y nunca devolvían a las personas a sus comienzos, o a sus hogares. Pero era algo que ella tenía que hacer, siempre lo hacía, ya no recordaba su primer camino, ni su primer hogar abandonado, ni su primer barrio y familia perdidos para siempre; ni su primer hombre esperando sentado en la puerta de ninguna de sus nuevas casas.

Y así, ese paso por senderos infinitos que se perdían y confundían con las vidas de las demás personas, y las penosas muestras de interés que todos prestaban al doblar las esquinas, al cruzar las calles que jamás serían lo mismo, al correr de una cuadra a otra, todo cambiaba, todo desaparecía y todo era lo mismo que había sido en otra persona o en otra vida, en otra esquina, en otro rincón con otra persona esperando, sentada, mientras la tarde desaparecía, mientras la noche los engullía con sus oscuros dientes.

Y, por supuesto nunca existiría un mañana para ellos, una civilización de gente que moría al doblar las esquinas, y renacía en la otra cuadra sin tener conocimiento de quién era o lo que haría de su corta vida.
Y el único testimonio de algún tipo de suceso repetitivo eran los ecos de los zapatos de la gente doblando, doblando para siempre.
Posted by Anónimo at 12:57 a.m. | 0 acotaciones infames Leed más