Resbalo por una gota de sudor alojada en tu cuerpo. Me deshago extasiado en tu cuello tibio. Descanso en tus hombros y giro mi vista hacia tus distantes labios. Me deslizo por tus curvas, silencioso, rodeando tu piel húmeda, trazando suaves alfabetos caligráficos. Patino sobre la infinitesimal capa de sudor, dibujo líneas circulares, trazo altares de sacrificio, voy tatuando con mis labios tu piel. Desemboco en tus piernas, me hundo profundamente entre las sábanas, me ramifico en mil suaves caricias que buscan a ciegas, con la yema de los dedos, tu espalda, y como raíces de seda comienzo a envolver todo tu cuerpo. Paso inadvertido entre tus músculos relajados, me evaporo en tu vientre, reaparezco en tus dedos y soy un fino hilo de aire puro rodando por tu brazo, trepando sediento por tu mejilla, rodeando un pequeño y dulce lunar y descansando en la tibieza y profundidad de tus rojos y anchos labios, donde me dispongo a beber un poco de tu luz.

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