Ahora todos van a decir que no se los avisé, que no les advertí que pronto todo se iría por un largo hueco, como la boca tubular de algún tipo de monstruo que no existe ni tengo ganas de inventar, por que ya no existe tiempo para nada de lo que hayamos querido hacer, si realmente hoy es hoy, si realmente este día está ocurriendo, pues ya no hay nada por que preocuparse, vamos todos a dormir, vamos todos a la cama, a esa deformación rectangular de un mundo geoide, vamos al centro mismo de todo el problema, a la cama, con sus sucias sábanas y su olor a culpa, que se extiende por toda la habitación y toda la casa del culpable, todos sospechosos por todos, son todos, todos somos, así hasta el cansancio, algo tan viejo y conocido que retuerce el estómago, de la misma forma que retuerce el estómago tratar de imaginarse pegado al mundo, con la cabeza colgando, y el mundo girando increíblemente rápido, sobre un fondo negro que no cambia, no cambia nunca como nosotros, simples espejos, imágenes de algo tan estúpido y retorcido que no ma atrevo a seguir pensando.
Somos malas raíces, creciendo con los pies clavados al suelo, crucificados por naturaleza, con un libreto podrido bajo el brazo, y la dignidad sirviendo de alimento a las plantas, mientras ellas devuelven veneno.

Y todo por votar a MENEM, menem lo hizo, menem me hizo asar, y los que lo votaron también. La dignidad de esa gente es inversamente proporcional a la falta de recuerdo y pasado histórico. Es estar colgando del mundo sin saber por qué y para qué, entonces votamos a menemsis, total que se caguen todos, que sean abono de las plantas que crecen en el baldío de enfrente, donde todo, mis amigos, todo TOPA.

Es así como los días son el recuerdo del pelotudo que se acuerda, el que no se acuerda vive siempre en la misma ignorante novedad, donde todos los días se aprende que los árboles son verdes o que menem te cagó. Siempre se aprende que todo se aprende nuevamente, y que nunca sabés nada, y que lo que sabés no te sirve para nada, salvo para compararte con lo mucho que saben los demás, y que en los momentos importantes de tu vida, saber que un árbol es verde, o que multiplicando tal número por otro el resultado es el apodo zafado de algún político en binario, no sirve de nada.
Y que cuando se hace la hora de ir despidiéndose, ni siquiera se es consciente que pasaremos a ser alimento de plantas venenosas en el baldío de enfrente donde todo topa. Donde a menudo MENEM se manda alguna cagada.

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