Sonaron dos despertadores.

Apagué uno y segui durmiendo 5 horas mas.
Apagué el otro y me levanté saltando.
Me fui sin desayunar a algun lado, con la mochila estallante.
Desayune cereal con leche y dulce. Un café instantáneo y terminé un par de bocetos.
Me encuentro con el mundo. Sonrisas para todos, alegría, jolgorio, maravillas.
Golpeo una puerta. Preguntas sin respuesta. Caminata lunar. Un beso inconsciente, intravenoso.
Termino de empaquetar mi futuro con papel crepp, otro chiste, un cigarrillo y a casa.
No sabemos que hacer... nos miramos... nos perdemos... nos quedamos todo el día sin importar mañana. Entonces la dejo, y me voy a casa.

Ceno sopa de choclo.

Me voy a dormir.

Me acuesto y me duermo pensando en el Coloso de Rodas, si era Neoclásico o si era mas grande que la Torre de Babel.
Me acuesto y no me duermo. Porque una sonrisa efímera no deja de tensarme la cara. Porque el brillo de mis ojos se refleja en el techo. La sonrisa se fue.

Suena un despertador.




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