Hoy, como esa gran mayoría de días hábiles, me despierto un poco tarde, un poco cansado, con la vista reducida en un 60 por ciento. Hoy voy al trabajo, prendo la Mac y leo un par de mensajes nuevos y agradables en la bandeja de la entrada.

Hoy es ese día de primavera que descuidado se escapó de sus hermanos y vino a caer suavemente en el medio de este invierno. Hoy me enteré de que nos leen. Sí, alguien (alguienes) leen esto que siempre pensé que era un “pequeño diálogo al unísono entre uno y uno mismo”. Parece que no. Hoy no sólo me enteré de que nos leen, sino que leí comentarios de quienes nos leen.

No sé quiénes son, pero tal vez es como dijo Andrés, son extraños que nos sacan sonrisas, esas sonrisas que están ausentes en tantos conocidos. Espero que las cosas que posteamos sirvan de algo, que sean como ese perfume enterrado en el pasado de una experiencia vivida y traído de vuelta gracias a un par de letras acomodadas de una forma o de otra, o ese dibujo mental, o esa nota que se pierde en el silencio, o formas agradables pasando por sus ojos.

Hoy día, cuando ya venía cansado de nubes invernales, me disparó un rayo de sol tibio en los ojos. A los que comentan, cuentan, opinan, dicen, a los Zoes y Pablos que no conozco, Gracias.

Si estos píxeles en el monitor son capaces de una pequeña sinapsis entre nosotros, entonces todo me parece un poquito más fácil y agradable de lo que me parecía hasta ayer.

Un abrazo.

N.

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