Se acabaron los días de presión positiva.

Ahora camino por la calle mirando a todos lados porque se que alguien nuevo vendrá, alguien que me regalará una sonrisa y me dirá que no me vaya.
Mientras tanto miro las cornisas ocultas en el follaje urbano, los viejos edificios que nadie mira, tal vez porque son pocos, tal vez porque por la vida no se puede andar sin mirar adelante.
Ando probando cosas nuevas: avellanas, roquefort o chocolates importados.
Ando malgastando mi dinero y pidiendo préstamos a la casa matriz.
Ando riendo más seguido, incluso solo.
Ando con ganas de un abrazo, pero no me desespera.

Ando con ganas de que te sientes en la segunda fila y cantarte una canción, para luego compartir una gaseosa y que vengas conmigo a casa para dormir abrazados y que mañana me acompañes hasta el trabajo porque la mañana es tuya, y me digas "Chau", entre sonriendo, casi de reojo, llevándote los chocolates y doblando por donde topa.

Sobre...