Los árboles pelados y huesudos pinchan con sus ramas más altas las nubes que cuelgan de arriba mientras estas se mueven en cámara lenta.

Imposible no pensar en mi madre tendiendo las sábanas de mi cama, yo abajo, envuelto en fiebre, y esa tela que se ondeaba despacio, con otra velocidad, con otro sentido, y se posaba lentamente, con cada pulsación en mi cabeza, en mis ojos amarillentos, sobre mi piel hirviendo.

Imposible no recordar risas bajo las sábanas y el sol blanqueando todas las superficies y tu piel escapando entre los pliegues, y las risas como ecos que ofuscaban el día afuera, y mis manos(pero siempre todo en cámara lenta, muy lenta) sacudiendo las sábanas, batiéndolas como crema y tus carcajadas reventando las paredes, trizando los vidrios y partiendo en dos la ciudad dormida.

Pasajes por los que normalmente no transitamos, de nuevo.

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