Me desprendo del hilo conductor de la trama. Me reflejo en los cristales, me refracto en las miradas ajenas, me disimulo entre las sombras oscuras de la calle, me abandono a un cruce sin semáforos. Me deshilacho frente a espejos cóncavos y convexos. Me disipo entre el vapor y el humo y las nubes. Me desconecto de la trama, me aparto de la escena, me salgo del rol de personaje, me olvido el libreto, me arrugo contra el viento y las estaciones, me otoño entre las ramas y las hojas, me desparramo sobre el campo, me arrojo contra las sospechas de las personas, me acerco a los sueños de los demás. Me pierdo entre la mediocridad. Me confundo en el gris de la moral. Me disperso entre las calles y el cemento y los escarabajos rugientes bufando en los semáforos rojos. Me vuelco sobre tus pies, me derramo sobre tus recuerdos olvidadizos, me consumo entre tus ojos en llamas, me descorro junto con tus cortinas para dejarte ver el mundo exterior.

Me transformo en tus polaroids gastadas y borrosas guardadas en ese baúl sobre el armario. Me oscurezco entre la oscuridad. Me ahogo en tus lágrimas, me refugio en mis sueños, me aparezco en tus sueños, me desarmo frente a tu mirada, me ato a tus pies, me recluyo en mis ideas, me encierro en tus ideas, me ramifico por tu habitación, me desdoblo en tu mente y con un suspiro, que es sólo el silencio de la soledad, me desbarranco hacia el olvido.

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