La alegría no es solo brasilera

Odiamos a nuestros vecinos, esos tipos llamados brasileros. Sólo los odiamos por nuestra impotencia, nuestra inferioridad, nuestra incapacidad para ser mejores. Sólo porque nos irrita que no importa cuánto le pisemos la pelota en la final de la copa América, siempre van a ser mejores que nosotros, siempre van a tener 3 o 4 títulos más. Y los odiamos, sobre todo, porque a ellos no les importa.
Entonces nos irritan. Nos irritan sus nombres de pila en las casacas. Nos irrita el grupo que le toca. Nos irrita Pelé. Nos irrita el carnaval de Río, Lula y el Capoeira. Todo por un partido de fútbol.
Señoras y señores, esa iracibilidad es producto de una sola cosa: mediocridad.

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