Ahora te veo. Ahora existo.

Te veo pasar por mi ventana. Te veo asomar entre el marco y las paredes. Te veo asomar, y luego existo, luego soy quien te ve. Nada más. Ahora por fin existo. De verdad, existo. Ahora soy ese pequeño observador que existe gracias a ese fenómeno que existe para ser observado. Ahora no teorizo, ahora sólo observo.

Ahora sólo te observo para descubrir esos pequeños detalles alojados entre los pliegues de tu ser. Ahora te observo como quien mira desde un extraño microscopio, y veo tus pequeñas maravillas, tus pequeños secretos, tus pequeños e imperceptibles gestos. Ahora es hora de ver tus pequeñas comisuras marcarse en la oscuridad, ahora veo y observo un nuevo e intermitente brillo en tus ojos. Ahora veo de cerca las finas líneas de tus manos. Ahora observo tu suave desplazarte por el mundo. Ahora veo de nuevo tus sonrisas, los intermitentes paréntesis entre tus labios. Ahora veo tu alma desde la pequeña abertura de tu boca, ahora observo detenidamente tus movimientos. Ahora te escucho, y escucho el sonido del mar, y escucho el sonido del agua brotando de un río. Ahora saboreo un poco de agua dulce alojada en tus labios.

Ahora te veo desde un telescopio. Ahora te veo desde mi mundo diminuto. Ahora observo tus rastros en el cielo, ahora te sigo en tu peregrinación hacia el sol. Ahora dibujo tus constelaciones, ahora trazo tus rotaciones, ahora calculo nuestros intermitentes eclipses para poder saber cuándo nos cruzamos, cuando me interpongo entre vos y el sol.

Ahora te veo. Ahora existo. Ahora te observo desde mi microscopio y desde mi telescopio. Ahora acoplo las imágenes. Ahora miro por ambos, ahora trato de unirte, ahora trato de mirar desde lejos y desde cerca. Ahora trato de entenderte.

Ahora te veo completamente. Ahora existo. Ahora te veo pasar. Ahora nos eclipsamos. Ahora desaparecés de mi ventana. Ahora sigo mirando, esperando, calculando el próximo eclipse. Ahora aguardo. Ahora no existo.

Sobre...