Memoria descriptiva de mi último recital

Anoche fue maravilloso.
Cien personas nos esperaban sentados y aplaudieron fuerte apenas nos subimos al escenario.
La emoción que me da eso no tiene nombre.
Al quinto o sexto tema tuve la sensación de que todo mermaba, que ya nadie quería escucharnos.
Entonces anuncié el siguiente tema casi atajándome.
"Vamos a hacer otro tema que no conoce nadie". (antes habíamos hecho "Like spinning plates"). De verdad pensé que nadie lo conocía.
Pasan pocos segundos antes de que comience a cantar, en la oscuridad, sólo una guitarra detrás.
Y comencé a escuchar el susurro que me acompañaba en las estrofas de "You and whose army".
Nunca me imaginé que alguien iba a cantar ese tema, siempre creí que era sólo un capricho nuestro.
Estar tocando (y destruyendo?) una canción maravillosa y poder conectarte con alguien a través de eso no tiene nombre.
Nunca tocamos tanto tiempo. Fueron dos horas y media. Hicimos los últimos dos temas y nadie quería que termine. Entonces hicimos otro, y otro. Creo que fueron como cinco temas más, veinticinco en total. Y todos cantaban, aplaudían. Todos la pasaban bien.
"Let Down" y "Paranoid", con Nicolás de invitado, un flash.
"Street Spirit", fuera de programa, mejor que nunca.
Nos teletransportamos a otra dimensión con "Clocks", yo con micrófono en mano, los ojos cerrados, inmiscuído en la melodía. En medio de eso nos piden "Lucky", que no estaba en la lista. Pero... pará. Nos pidieron "Lucky"?
Cuando parecía que había terminado, el tecladista, que no quería abandonar, empezó a tocar el riff de "Speed of sound", y la gente aplaudía, nos despedimos con eso, hasta el año que viene.
Todos estos recitales, y en especial este último, han sido un regalo maravilloso de un montón de gente que ni conozco. Un montón de gente que nos ha dado la posibilidad de disfrutar algo que siempre quisimos hacer, de divertirnos, emocionarnos, reírnos y creérnosla un poco.
Todo esto ha marcado el 2005 para siempre.
 
 

Sobre...