> Dormir en Buenos Aires

Dormir en Buenos Aires, la nariz tapada sobre el banco de una plaza, las palomas casi como las de Mendoza, el domingo encerrado entre rejas donde juegan niños con sus padres inexistentes durante la semana. Los edificios trepan un poco más acá que allá, el dolor de cabeza, el cambio de clima, la humedad. La atmósfera rellena de cemento, la crema de nubes y lluvias semi ácidas batiéndose lentamente, mientras el mundo gira, mientras la fiebre aumenta.

Tirarse en un banco verde de plaza, casi como los de allá, un poco más cómodos. Las palomas picotean el piso con ímpetu, los niños se balancean como un péndulo en el columpio, los padres se disfrazan de civiles, los perros con correas, lejos de los edificios, corretean entre los árboles. La plaza, un pequeño cuadradito verde de papel entre cartón gris creciendo alocadamente hacia arriba.

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