encaneciendo

Voy encaneciendo. Encendido en el monitor, despejando dudas e ideas y personas y palabras, y el pelo oscuro que en hebras se decolora, como una suave telaraña anudando mi cabeza.

Los codos casi sobre la mesa, mientras el tiempo pasa aletargadamente, y el monitor que parpadea ausente, perdido en otra cosa, en otras ideas. La vida se deshace con el viento, y el frágil recuerdo de tus pasos sin retorno por el pasillo, y la imagen horizontal, y mi cabeza en la almohada, fingiendo estar completamente dormido, y el ruido de las llaves que cierran eternamente la puerta entre vos y yo, la exclusa por la que dejamos encontrarnos y chorrear un poco por el mundo, para secarnos al sol, para secarnos con las sábanas de mi cama, una y otra vez.

Encaneciendo, blanqueando mi pelo con nieves de inviernos que pasan, arrugando mis manos como hojas otoñales y descascarando mi alma, puliendo mis ideas, cristalizando mis ojos en este monitor, mientras el día se apaga y se enciende, intermitencias lumínicas como parpadeos, como motas de polvo apareciendo y desapareciendo en la gran oscuridad.

Sobre...