Solaris

130 páginas de SOLARIS, repartidas en dos plazas, desde el mediodía hasta la tarde. Las personas se manifiestan como creaciones espasmódicas e inteligibles de esa gran masa de océano-cerebro-creador, y yo floto sobre ellos, como la estación, tratando de hacer mediciones de sus epicentros impredecibles, de sus protuberancias callosas, de sus fluídos vaporosos, mientras se desplazan con trayectorias poco definidas, secuencias que son líneas punteadas desde un rincón a otro de la plaza.

El sol dora mis pensamientos. Un golpe de horno al aire libre. San Martín en una ocasión, ya cansado de señalar hacia el Oeste, y ese caballo rígido, verdoso que crece ahí en la plaza, como un especímen más, una extraña planta tosca digna de fotos turistas, fotos que, como las hojas, se las lleva el viento.

Me alejo lentamente, como el sol, de este día, de este mundo. Soy un extraño con ojos distintos, lavados con presión, con asco, con dolor.

Sobre...