Ofrenda a los dioses

La mañana escupe rayos de sol a través de la ventana. Las hojas afuera jugando un poco. Las baldosas se gastan y parten en cámara lenta, la tierra se mueve tan bien entre ellas, como olas que van y vienen, de una costa a otra.

Saboreo mi paladar amargo, y trato de cerrar las cortinas, mentalmente. Mejor dormir, un rato más, escaparle al mediodía lineal y ver si la horizontalidad del sol al atardecer promete ilusiones de cosas mejores, tiempos mejores.

Disimulo mis ideas ante los dioses disgustados, reprimidos. Les ofrezco una sonrisa que se desvanece ni bien les doy la espalda. Mi cara deja de tener facciones y es una naranja pálida sobre la almohada.

Sobre...