Past

Inviernos comiendo mandarinas en el patio. Inviernos con los codos deshilachados y los puños mugrientos. Inviernos con los pelos pegados a la cara, inviernos con los ojos fríos y las zapatillas desatadas. Los cordones colgando, embarrados.

Inviernos con tortitas caseras y dulce o manteca y el televisor encendido a chispazos, la imagen deformada, la pantalla iluminando la casa ocre. Las persianas cerradas, la estufa encendida, vibrando, zumbando. Amalia tejiendo una bufanda que atraviesa toda la habitación y repta por el pasillo, hasta el infinito.

Migas en el piso, el calor espanta el hielo crujiente del cielo, y los rostros de este lado de la cueva se sonrojan. Las imagenes del televisor huyen hacia atrás, un doble fondo las oculta para siempre. La memoria, una planta carnívora que selecciona proteínas al azar. Lo demás lo escupe en forma de luz. Cada uno de mis hermanos con esos halos brillantes, fosforescencia que contornean las figuras al atardecer. La poca luz, las paredes sucias y cada cosa dentro de mi casa parecen hechas de arcilla o de algún material primitivo.

Mis manos aún se mantienen rosadas, pero poseen la rigidez del barro montañoso seco. Migas en el piso, mandarinas en la boca, imagenes brillantes, encandilantes, la bufanda crece y se enrrolla contra la pared del baño y se ahoga en la ducha...

Sacudo la cabeza y sigo trabajando. Las escenas del pasado se desfiguran en el monitor. Restos arcillosos quedan adheridos en las juntas de plástico, en las orillas, en el teclado.

Sobre...