A veces no hay nada que decir, a lo sumo callar un poco, otorgar un poco, mirar de reojo, asentir un par de veces, mientras la mente flota en otra dimensión. Cuando no hay nada que decir, cuando no hay nada que hacer, cuando sea mejor quedarse quietecito, callar, otorgar, jugar con un bollito de papel y esperar sentado en la mesa del bar, mirar de reojo a los que vienen / van.

"Hacer tiempo",dejar la consciencia destruída contra una pared, de ahora en más promesas agudas de futuros más nobles, rellenos de ideas, nada de paja, nada de felpa, nada de tela, nada de lana.

Mientras mis ojos se dislocan, asomo la nariz a la otra habitación del ciber donde me dedico a hacer tiempo. Disparos virtuales, teclados que ronronean a velocidedas inexplicables, imposibles. La teoría de la relatividad desafiada y derrotada por todos lados, en todas las pequeñas cosas, en cada detalle, en cada microcosmos.

Asomo mi mente, imposible mi cuerpo, a la ciudad. Las manos, estas manos, se mueven solas, la conexión cerebral es casi perfecta, y un perfume delicado roza mis mejillas.

Me voy, o me las tomo, o desaparezco. Todo lo que quiero es que no sea una de esas noches, por favor.

Sobre...