Semana non Sancta

Fueron días que no tuvieron desperdicio. El tiempo lo acompañó todo como una nota en el aire arrojada y reflejada al chocar contra las nubes del cielo, esparciéndose en cristales de frío, de cambio de estación, un año que pasa y que lo observo moribundo en la palma de mi mano. Lo recuerdo totalmente, una mariposa blanca en mi mano que aletea espasmódicamente, y miro y giro la vista y soy capaz de voltear un par de páginas de ayeres, y mirar el año y mirar estos días y creer que este año que pasó, de abril a abril, se puede exprimir y aplastar y transformar en una sola hoja de libro, en una sola página perfecta, con todo el caos y la armonía rayoneados, líneas curvas y rectas y zigzagueantes ordenando mi vida de una forma caótica, hermosa.

Hoy entiendo tantas cosas, cosas que ni siquiera soy capaz de explicar, cosas que no soy capaz de reproducir y ni siquiera de mantener mucho tiempo, la mariposa blanca en mi mano, sus alas cubiertas de hielo, desapareciendo de a poco, mientras mi mente se amasa y traga todo hacia el fondo, donde queda archivado.

Pero no olvido del todo. No olvido este año. Imposible.

Sobre...