Luz disonante

Una luz disonante, alumbrado público vibrando por lo bajo, espero el próximo tren azuloide, las arterias de la ciudad tapadas de personas que casi no respiran, costras grises moreteando las caras, el calor eterno, el calor eterno de la ciudad.

Ahora acá en Mendoza es otoño, sin embargo, un fresquito simplón, cerca de los oídos, algo tapando algo, auriculares o cables o las lagartijas que trepan las paredes de Mordor Inc., la central del diseño, ja.

Ahora más acá, adentro, al calor del monitor, a dormir, a trabajar, algunos escriben desesperados, en sus ventanas de messenger suspiran y el vapor estira un poco la charla, difumina los contornos entre las personas y las luces de la pantalla. Todos en un momento danzamos, a kilómetros de distancia, todos somos parte del mismo trance, en distintos lugares, distintas temperaturas, grados kelvin al azar, desparramados sobre el piso, sobre los pies, un dedo frío, otro tibio, otro que pela, otro híbrido.

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