35 segundos de pensamiento

Lo que piense no es creíble, no es creíble que piense en mí de esa manera y que encima deje rastros de esa impulsividad en su texto. No es creíble que yo piense que piensa eso, aún cuando a los ojos del tercero parezca obvio. Él piensa que ella piensa eso y que yo pienso demasiado. Sí, pienso demasiado. Pienso en la culpa antes del acto, o en la culpa después de la sospecha (como un esclavo responsable). La culpa de pensar en la culpa de no pensar. La lógica me ha dado verdades. La lógica me construye un otro como un ser estándar, como un ser lógico y normal en un mundo con un dos por ciento de ilógica. Dejando de lado cualquier divinidad, poniéndome existencialista, logro entenderlo: soy lo que ves. Si me ves pelirrojo, soy pelirrojo mientras no haya nadie que lo niegue, excepto para mí, como el loco en el manicomio. Pero yo soy una caja negra. Lo que tenés es lo que hago y lo que digo, lo externo. Lo que digo no tiene correspondencia directa con lo que pienso, porque lo que pienso jamás puede ser externo. Eso es un loco, alguien que dice/hace cosas que no son verdad, porque se contradicen con algo. ¿Cuánto vale que el loco diga que está cuerdo? Nada, hasta que alguien piense en lo que dice y le crea, o hasta que eso que dice se equipare a la realidad. Es cuestión de que las cosas sean creíbles. Yo soy lo que vos creés que soy y estoy donde vos me ves. Soy materia para tus sentidos.

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