Cereales en el estudio

Cómo se siente desprenderse de la vida, de esta forma. Inclinar la cabeza en la silla de oficina, dejar que el tiempo se evapore, respirar un poco de él, evaporar las obligaciones, teñir los dedos de bolsillos de pantalón, componer un silbido al azar, observar más allá del monitor, pintar cuadros imaginarios en la pared, observar ese mosquito que está en el techo, o estuvo siempre, observar las luces, achinar la vista, jugar con los papeles, reordenar el desorden, mirar la hora, mecer los pies, estirarlos, suspirar nuevamente, ir hasta la cocina por una taza de cereales, escuchar musica con los oídos, con los ojos, con el estómago, con la boca abierta mientras se traga aire y tiempo. Engullir rodajas de minutos y porciones de horas y fetas de días, tranquilamente, mientras el pecho se llena de aire otra vez.

Y ahora lo entiendo, recién no. Esto es un mordisco de vida, así es cómo dejamos de ser lo que somos. Engullimos nuestra propia vida. Nos alimentamos del tiempo que tenemos, y morimos comidos desde nuestra cola hasta nuestra cabeza por nuestras propias mandíbulas.

Que así sea entonces!

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