Te vas yendo, diluyendo como polvo cósmico en el infinito universo. Las estrellas se apagan y se hacen agujeros negros. Su gravedad fagocita, hasta ellas mismas, convirtiéndose en algo negativamente desconocido. Y después qué? Del otro lado la nada.
Te vas difuminando, como el humo del cigarrillo saliendo de mis pulmones. De la concentración a la dispersión, dispersión en rotación. Desde el centro hacia el mundo. Nada.
Te vas encerrando, como un gatito creciendo en una botella, adaptándote a la forma, viviendo en ella y siendo feliz, con la única percepción de un mundo refractado, tu mundo.
Como un bólido en Daytona, dando vueltas y vueltas a doscientos sesenta. Una pequeña piedra...
Y no podés parar, porque parar es pensar, pensar no es sentir y dejar de sentir es morir.
Las estrellas no paran, no piensan, se apagan y se hacen agujeros negros.

Sobre...