Un dia me levanté y soñé que estaba en nuestro lugar del mundo. En nuestra casa, en nuestro jardín florido de geranios que vos cuidabas, en nuestro living con ventanal al mar con el que soñaste, en nuestro dormitorio con sábanas rojas, con vos durmiendo al lado después de haber hecho el amor abrazados fuerte, como nunca lo hicimos, mirándonos a los ojos, como nunca lo hiciste. Y vi que todo eso era bueno.

Entonces armé los mapas, las estrategias, los recursos, la fluctuación económica.
Y empecé en secreto a buscar ese sueño que parecía utópico pero no lo era. Toda mi energía para vos. Toda mi vida para vos. Hice las cuentas, armé mi ranchito, todo empezó a salir bien. Los planes, los tildes en la lista, el tiempo, todo en tiempo y forma. Pensé en el casamiento, en las flores y vos vestida de blanco. Te vi sentada en la puerta de casa esperándome porque habías perdido las llaves, te vi entrar y lavar dos vasos usados y pedirme que te alcance los ceniceros y yo al lado, abrazándote.

Junté todas las piezas del rompecabezas y se estaba armando. Pero de pronto noté que no entendías, que no te lo podía explicar, que explicartelo era darte un revólver, que todo estaba acá adentro.
Entonces me fui lejos a terminar con lo mío, por la prueba de fuego.

Y el fuego te quemó.

Y vinieron los buitres, los ignorantes, los mediocres, los débiles a hundirte en lo mismo de siempre, a comerse mi comida, mis mapas, mis plantes. Todo destrozado, todo en vano, todo a cero, como cuando era chico y hacía casas con naipes en la casa de mi abuelo. Quería hacer la casa más grande del mundo y eso era posible, pero nunca podía. Una y otra vez.

Te di el corazón y no lo viste, luego no te vi mas y no puedo encontrar otro corazón.

Sobre...