(1). Es mentira. Soy una persona infeliz, mi vida sucede con la misma pena que la vida de una mariposa descolorida y sin alas.
(2). Esto no es cierto. De hecho, mi felicidad no existe. Lo único que abraza a mi alma y cuerpo es el aura de tristeza, que es tan grande que (lo asegura mi psicólogo) sobresale 30 cm. de mi cuerpo. Y el abrazo, además, es bastante frío.
(3). Tal vez la frase correcta sea: "Todos los días de mi vida despierto y no te encuentro, porque nunca estuviste a mi lado. No te encuentro porque siempre estuviste totalmente lejos de mí. No te encuetro porque me dedico a rastrear tus rastros, y a caminar por tus huellas, pero tengo un pésimo olfato, y siempre llego a un lugar que ya abandonaste. Estoy atrasado tal vez una media hora en relación a tu universo.
(4). Lo único que puedo agradecer es la poca fe que tengo, y lo disgustado que estoy. A eso, es posible sumarle el hecho de que mi vida penosa es algo digno de no-agradecer.
(5). Una doble mentira existe en esto. Ni viviré eternamente, y mucho pero mucho menos, viviré feliz. Todo parece indicar que floto a la deriva en un mar gris y monótono y opaco. Todos los días de mi vida son polaroids mal reveladas, que se van apilando y contaminando unas con otras, manchandose lentamente, apilandose sobre mi mesa de luz.
(6). Aquí, por fin, se puede leer una verdad. Flotando en la eternidad, pero no la que parece indicar la oración, sino, por el contrario, la eternidad más penosa y amarga que se pueda pensar, mientras el tiempo es un viento que golpea mi rostro, y lo agrieta. Y yo, mientras escribo esto, soy el anciano que mira por la ventana al árbol seco y deshojado que ya casi no se esfuerza por mantener la única hoja que queda colgando, sacudiendose por el paso del tiempo. Tal vez soy ese árbol. Tal vez.
Sobre...
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- 11:12 p.m.
- by Anónimo
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