Anotaciones.

Anota: "Quise decir algo. La boca no estaba en su lugar. Plumas de pavo real rosadas flotando en el cielo. La imagen es sólo eso: un rectángulo azul lleno de plumas rosadas y blancas, plumas de pavo real, extrañamente del color de plumas de flamenco."

La siguiente imagen: "La ciudad totalmente sepia. Un pedazo de una mujer, un brazo izquierdo sosteniendo una cartera, un tapado largo hasta una pierna que se difumina con el cemento. Todo sepia, todo viejo. Un letrero arriba de la mujer, un cartel gigante con la fotografía a color de unas zapatillas Topper naranja. Lo único a color, esas zapatillas vistas de arriba, un naranja intenso que amenazaba con empujar la tonalidad constante del universo exterior."

Al final: "los hombres ligustrines ya no me persiguen, tampoco me rodean y al menos por el momento dejaron el paso libre. Los caminos llevan a distintos lugares, no tengo idea dónde. Las escenas vuelan rápido, cada sueño compone un cuadro de una película que pasa a 32 cuadros por segundo. Cada pantallazo estalla en la parte posterior de mis ojos y deja salpicones en la retina, imposibles de limpiar".

Anota, con la mano desgarrada, en otro día ausente de sonido, girando las nubes con el dedo como si se tratara de la espuma de un café en su mesa de luz. Anota, en los últimos límites de su consciencia, y recuerda, o cree recordar, intermitencias de sueños cortando con filo una vida cotidiana. Los estragos, las angustias, las molestias. Todo reflejado frente a una vidriera de situaciones típicas, sociales.

"Hoy el coro en el parque, la terraza desierta por donde miramos pasar el tiempo. Los globos en el parque reflejan el atardecer. El mundo de gente, corrientes y contra corrientes que se empujan y se frotan y rozan y avanzan, o retroceden. Las miradas fijas en un punto que se encuentra entre dos cabezas, entre dos globos, detrás de una tienda de dulces, cerca de una calesita chirriante, mal iluminada."

Gastar el tiempo, gastar el lápiz. La libretita en su bolsillo, el lapiz rodando entre sus dedos, la punta redonda. "Cambios de color en las personas. Mares de remeras y pantalones". Y luego: "tomar hacia la izquierda toda la tarde, no llevó precisamente a vueltas circulares, más bien se trató de una telaraña de pasos en los que mi mente quedó atrapada".

AL final, cuando la noche se funde con las cosas, la mano fría y la madera del lápiz raya un poco el papel, y hay que inclinarlo más para poder escribir, la mina se oculta como una tortuga en su caparazón y la libretita pierde color: "Estrellas que queman los ojos. Sueños que aparecen, saludan, se asoman a la puerta equivocada, una reverencia y siguen por este eterno pasillo de hospital".

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