No puedo creer que toda esa gente haya disfrutado ir a vernos tocar.
Que se tomen el trabajo de escribirme y decirme gracias. Que se
sientan identificados con la música (que no es nuestra) o con alguna
otra cosa. Que se gasten $15 mangos por ir a vernos. Que lo
disfruten. Que vayan con una cámara para sacarnos fotos y enviárnolas
por mail. Que aplaudan cuando nos subimos al escenario. Demasiado
irreal.

Como Romina, que me dijo que le encanta Radiohead desde que nos
escuchó tocar sus temas y nos va a ver siempre.
Como Fabricio, que me dijo que "se sorprendió", que no esperaba algo
tan bueno.
Cómo esas extranjeras que me dijeron que les asombraba mi inglés, y
yo ni siquiera se hablar en inglés.

La plata que gano tocando no vale un décimo de esas satisfacciones.

Uno de mis sueños cuando tenía 16 años era hacer temas de Radiohead
con mi banda. Ese sueño era imposible, porque nadie iría a vernos,
porque a nadie le gustaría.

Y veo a un flaco revoleando la cabeza frente a mí y me vuelvo loco.
Veo a una chica cantando y sonriendo y me vuelvo loco. Miro a mis
amigos, sonreímos y no lo podemos creer. Nunca lo imaginamos cuando
zapábamos en el living de mi casa, ni siquiera cuando se nos ocurrió
la idea.

Encima nos pagan.

Y nos dicen gracias.

Espero que dure.

Increíble.


Sobre...