5:34 AM

Vuelvo de la fiesta, electrónica, por si acaso.
Espuma danzante, pantallas gigantes, tum tum tacataca tum tum.
 
Comencé ahí parado, mi saco y yo, haciéndome socio del club del snobismo.
Fui para arriba, el rostro inmutable, seco. Mujeres preproducidas hablando con tonos chillantes, conversaciones frívolas. Colitas, camisas, propinas, canapés, compañías... y mi saco.
Entro en trance. Busco cinco cuartos donde no los hay, para ver cuando cierra.
Canto sobre la base. Me aburro.
Chandon inesperado = alegría nueva, el jueves a la noche.
Ahora, Pepo me acompaña en la travesía, movíéndonos entre la marea humana, la espuma danzante, fea... quién quiere mojarse? Tanta bebida gratis es demasiado.
No encuentro a nadie. Busco, ahora entre el maremoto (vasos, humo, gays, frenesí), a la chica del sueño del café. No está. Parece que es aquella!. Me acerco, pero no. Esa chica no existe, solo en mis sueños. Es una proyección mental de mi inconsciente turbulento.
 
Vuelvo a casa, 5:40. El rostro mutilado. La sangre fría y mis manos, como cántaros tomándose de las sienes.
La noche suele sucederse de manera imperativa, la noche impone su trayecto, sobre mi propia involuntad.
 
Pero nada del otro mundo sucederá, mientras no aparezcas cantando frente a mí.
 
Esta noche fue Ying. Mañana yo tomo las riendas, y será Yang.

Sobre...