Praga a las 14

El día se me cae sobre los párpados, tarde, como a las 14.
Decidí caminar porque el aire parece de una ciudad recién pintada, de
una primavera excesivamente puntual. En remera por el centro, como
hace unos meses, descubriéndome en las vidrieras largas, viendome
caminar a dúo.
Detrás de un muro están las montañas, como si no hubiera más ciudad
detrás de eso, y en el horizonte asoman esos nuevos picos salpicados.
Y entre todo este esplendor trato de construir una nueva era, un
nuevo almohadón donde sentarme a mirar la vida desde el lado de
afuera de las vidrieras. Este día podría ser un día en Praga.


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