Un tornado cruza la esquina, de norte a sur, ignorando la senda peatonal.
Levanta todo a su paso: papeles, botellas, zapatos, hogares kitsch y jardines prefabricados.
Mi auto es lo suficientemente pesado para ser absorbido tan fácilmente. Y tanto para no tomar la velocidad que me alejará a un sitio más seguro.
Cruzo la avenida, casi trepando a la vereda, casi dando trompos en el aire, y una dama en la esquina se ríe histéricamente. No puedo dejar de mirarla, tengo que ver por donde voy... y ahora estoy bajo el agua. Y ninguna puerta se abre. Tendré que esperar a que todo se inunde, a que baje la presión.

Sobre...