Acerca de nada

Hace días que llueve, ya no se hace cuánto. Será un mes. De lo que estoy seguro es de que hace dos días llueve copiosamente casi sin fin. Y en la oficina escucho ese ruido blanco constante que producen las gotas gordas al reventar sobre el techo corredizo de chapa del patio, algo similar a un eterno susurro al oído que me dice "hay humedad y se te pega la ropa, sé consciente de eso".
"La humedad es del 98%..." dice la locutora en la radio del taxi. Me pregunto si esos 2 percentiles marcan la diferencia entre un ambiente húmedo y el fondo abisal del océano. Esa es una de mis 3 o 4 preocupaciones, y una de las mil preocupaciones de mi abuela, entre las que figuran (en orden prioritario):

- Comprar pan Fargo de salvado (el paquete grande)
- La gotera en el living
- Qué vamos a comer (no importa cuándo, la preocupación es fija).
- El agua que entra por la puerta del patio
- Gran Hermano
- Pobre mi papá que va a volver de su viaje paradisíaco de un mes y se va a encontrar con la gotera, además de tener que laburar al día siguiente.
- Pobre mi hermana que hizo una tarta de atún y yo le comí tres porciones, pobre.
- La carne que dejó en un plato para que coma yo y llegué a las 5 de la tarde
- El granizo en Esperanza, provincia de Santa Fe
- La vereda que se hunde.
- Juntar plata para el cumpleaños de mi hermana, dentro de dos meses
- Juntar plata para cuando me reciba
- Tejer una colcha para quien se case primero.
- El escalón de la puerta de mi casa y el cordón de la vereda.






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