Días anclado acá, en esta protuberancia del mundo. Miro el horizonte sin mucha esperanza, en busca de algo palpable, algo esclavo del pasado.

Fríos acartonados, lentos de circulación sanguínea, y por qué esa idea de que, sin embargo, todo se agita, todo se sacude con un ruido sordo, ajeno.

Al mismo tiempo, los hechos se entrelazan, pasadopresente, atados por un cordón de memoria, un cordón deshilachado por el vino, por las noches despierto, por las esperanzas trizadas.

Afuera, alguien tira abajo una casa, para ampliar su local de venta de maderas. El ruido (¿o el frío?) retumban en la ventana, una vibración constante que me anuda a la silla.

El espantapájaros instalado en el patio, tus ojos flotando en las nubes, espacio-tiempo en jirones.

Sobre...