Desde Arriba

Te escribo para ver si llega, para ver si lo podes sintonizar allá. Escribo para ver si desde aquella nube pescás algunas palabras, esas que flotan a la altura de las bocas y oídos de la gente.
Te escribo para contarte que acá, abajo, todo está más o menos como lo dejaste. Las casas gastadas, las paredes manchadas, el polvo asomando entre la luz y la sombra, y ese paso entre el invierno y la primavera, que no es un degradado prolijo, parejo, suave, sino, por el contrario, una especie de manchas, salpicones de días muy fríos, como hoy, y otros calurosos, como ayer. Toda transición entre estaciones es así. Los días de una se mezclan pésimamente con los días de la otra, se anudan, se enredan, y el resultado es este: ayer remeras, hoy camperas. La nieve se estaciona en la punta de las montañas, y las nubes espesas, oscuras, cubren todo allá arriba, pero supongo que de eso vos sabés un poco más. Miro hacia allá, mientras camino. A veces se hace un hueco para que pase un poco de sol. ¿Es difícil rajar las nubes, dejar pasar un poco de sol hacia abajo? A veces, mientras espero el colectivo, asoma un rayo y me apunta justo en los ojos. ¿Sos vos?

Sigo escribiendo. Imagino mis palabras subiendo, trepando, como señales de humo, como código Morse, rebotando en el piso membranoso, en las nubes, y haciendo tiritar un poco el vapor, desprendiendo unas gotas hacia abajo. ¿Cómo es el sonido de abajo, escuchado desde arriba? Debe ser tal vez como un pequeño motor vibrando, cantando el murmullo de la naturaleza y de todas las palabras que se dicen por acá.

Continúo escribiendo. Las veredas se deforman. Se levantan porque las raíces de los árboles las empujan, desde abajo. ¿No pasa lo mismo por allá? ¿No empujamos nosotros sus pisos blancos de algodón? Miro de nuevo, a través de la ventana. Un avión pasa cerca de allá. ¿Lo ves, lo escuchás? Hace interferencias en mi mensaje. Perdemos contacto por un instante, estoy seguro. Me conecto más tarde, promesa.

Retomo. Y no son nuestros mensajes como pequeños hilos de vapor, no son nuestros haceres y deshaceres los pequeños hilos blancos que trepan y amarran las nubes de allá?
Observo detenidamente, el gris oscuro, azul, violeta, los colores jugando aburridos allá arriba, y un par de nubes que se descosen un rato, se separan, se mezclan. No escucho respuesta, apenas una interferencia, apenas un vibrar.

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