Por momentos pareciera que estar bien es un esfuerzo que tengo que hacer.
El agua emana de una vertiente en el suelo y estoy tratando de tapar ese hueco, ese pozo.
Lo llené de basura. De televisión, de cartas, de canciones, de computadoras, de productos de oferta, de dinero.
Nada de eso puede taparlo. Sigue vertiendo. Tapas de todo tipo: grandes, chicas, corchos, espuma de poliuretano, pvc, contact, tapas de alcantarilla. No se tapa, no puede parar. A veces se satura tanto que el agua deja de fluir. Minutos después estalla y sale y todo me golpea en la cabeza, en el esternón. Y en ese estallido reverbera una risa, una risa sarcástica, mi propia risa. Mi propio yo sarcástico y patético. Y no puedo volver atrás. El agua viene de la cumbre de la montaña. No puedo tapar la montaña. Solo puedo dejar de mirarla y olvidarme.

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