Dios en Ferro

INTRO

Hace días que quiero escribir sobre el recital. imposible. Todo lo que hay para decir eocuparía los 14 años que estuvimos esperando para verlos. Pearl Jam fue un tren que arrasó con Buenos Aires y nos dejó tiritando como hojas al viento. Mientras más días pasan se me hace más dificil hablar del tema. Sí, intenso, lo más intenso que he sentido, porque perdura en el tiempo.

ALGUNOS NUMEROS

Cuando llegué el 25 a Ferro, como a las 16 horas, no había mucha gente, cosa que me dejó un poco intranquilo. Era una vergüenza (pensaba) que tan poco gente fuera a un recital tan grande. Vergüenza por la banda.

A las 19:30 empezó Mudhoney, la gente iba calentando. El escenario era muy humilde, comparado con cualquier otro recital que vemos habitualmente. A Pearl Jam no le hace falta mucha escenografía, ni muchas luces, ni nada. Apenas dos columnas de sonido, y la gente no puede creer lo bien que sonó.

Cuando terminó Mudhoney, yo estaba adelante y traté de mirar para atrás. Todo el estadio repleto, a punto de estallar.

PRIMERA APARICION

El primero en salir fue Matt Cameron. Luego Eddie, y ya había gente llorando. Yo casi.

REPERTORIO

Las canciones, sin palabras. Eddie tomó dos botellas de vino, fumó, y canto como nadie. Imposible lo bien que cantó. Los músicos tocaron de puta madre y pudimos escuchar todos los instrumentos. El sonido, espectacular. Los temas fueron hitazos, la gente los conocía y los gritaba, y los saltaba. Un recital sumamente intenso, lleno de potencia. Yellow Ledbetter con las luces del estadio encendidas, al final de todo, al final del sueño hecho realidad, y yo llorando apoyado en el hombro de alguien. Todos con la piel de gallina.

PUBLICO

Jamás imaginé un público así. Ni yo ni muchos, ni todos, ni siquiera Pearl Jam, que afirmó esto con aplausos, largas pausas entre tema y tema, mirando atónitos al público, y Eddie emocionado al ver que todo el mundo gritaba el estribillo de I Belive in Miracles, incapaz de seguir cantando, y llorando en las super pantallas, como si ya nada importara. Todos con un nudo gigante en la garganta, o llorando también, porque nada nada nada importaba. La gente no dejaba terminar los temas, formábamos parte del show, de Pearl Jam. La gente no dejaba empezar los temas, con todos los olé olé olé, etc.

Eddie dijo el 26, el segundo recital en el que también estuve, que no se querían ir, que había sido uno de los mejores shows de su vida. La humildad por sobre todas las cosas. Dioses en el cuerpo de humanos, haciendolos estallar en mil pedazos.

IMPERDIBLE

Pearl Jam fue imperdible. Y más en Buenos Aires. La entrada, y aún el pasaje, eran un regalo, eran la mejor inversión, lejos. Incluso los 14 años de espera lo valieron la pena.

Imposible decir todo lo que debería. Esta tarde voy a escuchar el recital del 25, que ya está a la venta en la página oficial. En el momento en que escuche el instante en que a Eddie se le quiebra la voz, se que voy a caer a la realidad, a la realidad de saber que estuvimos ahí, en el mejor show de mi vida. Después de esto, imposible decir algo más, imposible escuchar algo más. Fue un golpe tan duro que parte de mí estará aturdido para siempre.

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