El descanso está lejos de mi cabeza. El sueño, dentro de mis ojos. El brillante monitor nubla mi mente. ¿Qué escribir? ¿Qué quiero decir? ¿Qué quiero hacer crecer?
Preguntas, más de las indicadas por mi razón. Preguntas, sólo preguntas. Tiempo, pensamientos, tiempo consumido, años y años de inútiles, vagas preguntas. Vueltas a lo mismo. Vueltas completas, choques mentales, señales eléctricas de lo mismo. Consciencia dividida, consciencia partida. Partículas flotando, polvo, polvo azul, polvo de monitores, entrando en mis ojos. Lana de vidrio fría, brillante, cegadora. Muerte, muerte animal. Muerte natural. Cadáver vacío, luz tenue, brillo intenso, blanco. Sueño profundo. Preguntas. Luego, lluvia .

Lluvia que cae, nunca hacia arriba, lluvia azul y plata, destellos de agua, chispas doradas, tejas resbaladizas, frío viento, tejas frías. Lluvia, gotas/almas, cayendo al suelo, inevitable. Inconfundible rastro en el pavimento, agua que no cae, espacio para uno más. Espacio para mi alma, para mi lluvia, mis gotas de alma que llueven por mis ojos. Espacio suficiente, abajo, en la calle. Espacio para uno, mientras todas las almas se estrellan contra el piso, llueven almas, lloran gotas, lloran lluvias.

Ahí voy, acercándome lentamente a la acera, llenando el espacio que las almas me han guardado.
El espacio que no lloran, que jamás llorarán. Mejor aún, que jamás volveré a ver.


Sobre...