Cuando toda la humanidad descubrió que el fin del mundo estaba cerca, ya no hubo tiempo para trabajos, oficios, muertes, engaños. La inminente lluvia de meteoritos no podía ser olvidada, ni tan siquiera asumida. Pero poco a poco, y a pesar de las densas nubes que cubrían el cielo desde hacía tres años, los habitantes decidieron sentarse a la luz de la eterna sombra, y a olvidarse de las diferencias.
El día estimado iba a llegar, primero como un calentamiento del globo, lugo con ráfagas de aire, con algunos temblores en el núcleo terrestre, y finalmente con la temnida nube de meteoritos.
Faltaban un par de días, el calor se sentía, pero también reinaba un clima frío, apagado, donde todo lo que se oía en la calle era las voces de los líderes religiosos de todas las naciones y países, murmurando el advenimiento del fin.
Las personas, al principio envueltas en la locura y el pánico, habían abrazado un estado de locur y pánico. La muerte de millones de personas en el mundo a causa de guerras religiosas comenzó pronto a menguar. El cambio se produjo en dos décadas, mientras s estudiaban las posibilidades remotas de evitar la lluvia de fuego.
Pero los esfuerzos fueron desvaneciéndose, y la poca cooperación social entre los países no se hizo esperar. Las diferencias sociales perdieron valor. En quince años, la estructura económica se redujo a cenizas y polvo. Los suicidios no fueron tantos como se esperaron.
En los últim,os años, la gente comenzó a expandir su mente hacia otras naciones, hacia gente que moría de hambre. Se llegó al acuerdo mundial de que todo ser humano debía vivir su vida de forma digna y libre, y que nadie debía sufrir hambre, o ser esclavizado, o vivir indignamente. Se organizó el mundo en un estado casi utópico, donde no importaba la acumulación de riquezas, y se dividió casi parcialmente el poder enter los pueblos libres.
Claro, existieron sociedades que no estuvieron de acuerdo, y se mantuvieron al margen de estos cambios mundiales. Sus líderes dictadores no fueron interrumpidos por líderes mundiales, pero se permitió a todo ciudadano de estos países la salida o ingreso al mismo con total libertad. Las enfermedades comenzaron a avanzar, la gente se mezclaba sin importancia. Los avances científicos se detuvieron casi totalmente. Sólo se permitieron investigaciones que atendieran a mejorar la vid de las sociedades en sus últimos años de vida.
Líderes de potencias mundiales hicieron construir naves comunales para escapar a otros lugares del espacio, y huyeron desesperadamente, con el pretexto de conservar la raza humana.
Las clases menores permanecieron unidas hasta el fin.

En el último día de la tierra, se ocuparon campos, plazas y parques, y se dejaron vaciós los hogares de cemento. Toda la población se reunió a saludarse en un último abrazo al aire libre. El sol asomó entre las nubes densas, e iluminó por última vez, antes que el torbrllino cayera sobre el planeta azul. Los amigos, familiares, amigos de amigos, conocidos, enemigos, se saludaron y permanecieron sentados todo el día, callados, nerviosos, sin posibilidad de hacer nada.

Los fuegos artificales saludaron a los humanos, una despedida de un universo que distaba mucho de asemejarse a un reloj, y que poseía un poder caprichoso y autoritario. El universo asomaba sus largas columnas de oscuridad, y sólo aquellos que estuvieran preparados, podrían haberse salvado.

Claro, no era el caso de los humanos.

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